Por Carlos A. Gorosito – Ex Intendente de Saladillo
Hoy se cumple el 49° aniversario del Golpe Cívico Militar de 1976, el más sangriento y cruel de toda nuestra historia. Gobernaba la Argentina María Estela Martínez de Perón (“Isabel”), quien había asumido la Presidencia luego de la muerte del presidente Juan Domingo Perón, ocurrida el 1° de julio de 1974, ella era la vicepresidenta.
Argentina vivía momentos sumamente difíciles. Las organizaciones guerrilleras habían sembrado el país de violencia, como así también La Triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina), organización terrorista parapolicial de ultraderecha impulsa por José López Rega.
Violencia guerrillera y violencia paraestatal signaban el clima político de la época. El ministro de Economía era Emilio Mondelli (el sexto ministro en el breve mandato de la presidenta). Ya había ocurrido “El Rodrigazo”, llamado así por el ministro Celestino Rodrigo quien había impulsado un mega ajuste.
La noche del 23 de marzo de 1976, la Juventud Radical de Saladillo empapeló la ciudad con carteles y se colocaron en el arbolado ambas con la siguiente inscripción: “Mondelli y los golpistas son lo mismo: hambreadores y entreguistas”.
El Plan Mondelli vino a completar el descalabro económico del “Rodrigazo”. Los grupos de poder azuzaron a las Fuerzas Armadas y estas derrocaron al gobierno constitucional el día 24 de marzo de 1976. Comenzó así lo que se llamó el Proceso de Reorganización Nacional (PRN).
Se inició entonces la noche más oscura de nuestra historia que perduró hasta 1983 cuando el pueblo le arrancó la Democracia a la dictadura.

En el ’76 se puso en marcha en lo económico un plan similar al que se está implementando en la actualidad, liderado por el ministro de Economía de la dictadura, Dr. José Alfredo Martínez de Hoz, que significó, entre otras cosas, apertura económica indiscriminada, desindustrialización, privatizaciones y endeudamiento. Un plan que sólo era posible llevar adelante con represión.
El historiador Luis A. Romero dijo: “La forma militar de resolver la crisis por el PRN fue excepcional, desmesurada y horrorosa. La violencia ejercida de manera clandestina por el Estado alcanzó niveles nunca vistos en el país. Hubo una cantidad inmensa de muertes y desapariciones, campos de concentración, tortura y exterminio, saqueo de bienes y robo de niños. Lo ejecutó un Estado clandestino, que operaba de noche y aparentaba normalidad de día; además de matar, derrumbaba la fe en las instituciones y en las leyes, sistemáticamente violadas por quienes debían custodiarlas. (La Larga Crisis Argentina pág. 62 y 63. (1)”.
Por su parte, el Dr. René Balestra escribió en un libro publicado por el Diario la Nación lo siguiente: “Una cosa es una banda de criminales terroristas y otra cosa es que el Estado se convierta en criminal. Su responsabilidad es mucho más grave” (Los Intelectuales y el País página 110).
El Papa San Juan Pablo II, en el L’Observatore Romano (29 y 30 de octubre de 1979), dijo sobre lo que pasaba en Argentina: “No podemos olvidarnos cuando nos ponemos ante Dios del drama de las personas desaparecidas. Pidamos que se acelere la anunciada definición de las posiciones de los encarcelados y se mantenga un compromiso riguroso de tutelar la observancia de las leyes, el respeto a la persona física y moral, incluso de los culpables o indicados de delitos. Roguemos para que el Señor conforte a cuantos no tienen ya la esperanza de volver abrazar a sus seres queridos. Compartamos plenamente su dolor.” (2) .
La dictadura cívico militar, además del desastre económico, nos dejó a los desaparecidos y los crímenes de lesa humanidad.
El pueblo argentino recuperó la Democracia en 1983, y en las históricas elecciones del 30 de octubre eligió presidente a uno de los dirigentes políticos que más había luchado por su recuperación.
El gobierno de la dictadura había dictado antes de entregar el gobierno una “ley de autoamnistía”. El Dr. Ítalo Argentino Luder, que era el candidato del Justicialismo, expresó que no la iba a derogar.
El candidato radical Dr. Raúl Alfonsín expresó categóricamente que la derogaría y así fue cuando asumió el gobierno el 10 de diciembre.
El 13 de diciembre de 1983, Alfonsín, ya como presidente, dictó dos decretos: el Decreto 157/83 ordenando perseguir penalmente a cinco dirigentes de Montoneros (Firmenich, Vaca Narvaja, Galimberti, Perdía y Pardo), un miembro del Partido Peronista Auténtico vinculado a Montoneros (el ex gobernador Obregón Cano) y la cabeza del Ejército Revolucionario del Pueblo (Gorriarán Merlo); y el Decreto 158/83 ordenando someter a juicio a nueve de los diez miembros de las tres primeras juntas militares. Hecho inédito en el mundo.
Nunca había ocurrido nada igual, que un gobierno surgido de la voluntad popular juzgara en el marco de la ley a los violadores de los derechos humanos.
Sólo se podía animar alguien del coraje cívico, la estatura moral y la dimensión de estadista como la de Raúl Alfonsín. Todos fueron juzgados y condenados conforme a la ley.
Luego, el presidente Dr. Carlos Saúl Menem los indultó a todos sancionando los respectivos decretos en octubre de 1989 y en diciembre de 1990.
Hoy 24 de marzo de 2025, debe ser un día para reflexionar y para renovar nuestro compromiso de que en la querida Patria que nos vio nacer y en la cual vivimos tal como lo expresara el Fiscal Julio Cesar Strassera, nunca más vuelvan a ocurrir hechos como los ocurridos hasta la recuperación de la Democracia.
Los argentinos, hoy, debemos mirar hacia el futuro, en este presente acechado por la intolerancia y donde muchos reivindican a los dictadores y sus prácticas inhumanas.
Mantener la memoria debe indudablemente ser una política de Estado, para que el nunca más, sea siempre nunca más. Una Argentina en desarrollo y crecimiento, sin corrupción, con justicia social, con salud, educación, paz, pan y trabajo para todos, donde no haya excluidos, donde no haya hijos y entenados debe ser la meta común de todos los argentinos.