Por Luis Perrière (*)

En el amplio repertorio del tango canción, pocos títulos resumen tan cabalmente el espíritu del género como “Con alma y vida”, con letra de Emilio Fresedo y música del saladillense Raúl de los Hoyos.

Estrenado y grabado por la orquesta típica del maestro bandoneonista Osvaldo Fresedo el 5 de febrero de 1925, cuando el tango canción aún afinaba su identidad estética, esta pieza se convirtió en la primera composición de De los Hoyos registrada en disco, marcando así el inicio de una trayectoria brillante en la música argentina.

En su versión inaugural, Osvaldo Fresedo “El pibe de la Paternal” entrega un tango delicado, con violines que acarician y bandoneones que respiran. Una voz imaginaria se apoya con sutileza, en un tempo tranquilo. Es una versión moderna, de un talento compositivo renovador, ideal para presentar el tango a un público urbano y sensible. La versión es de delicadeza instrumental, sobria, con énfasis en la claridad melódica y un acompañamiento que deja respirar la emoción de cada compás. El resultado es un tango íntimo y moderno, lejos del dramatismo excesivo.

Roberto Firpo “El pianista de la Típica”, uno de los padres del tango orquestal, graba “Con alma y vida” con su estilo clásico. El acompañamiento es más marcado, con un fraseo rotundo, pero conserva la ternura del texto. Su versión es más glamorosa, romántica y melancólica, como una postal sonora de la época.

Si la versión de Fresedo sugiere un susurro amoroso, la de Firpo es una declaración apasionada, plena de nostalgia y nobleza. Dos enfoques distintos, pero igualmente valiosos para comprender la riqueza expresiva de esta obra.

Una música moderna para su tiempo

La partitura de Raúl de los Hoyos propone una estructura armónica clara, elegante y rica en matices. El acompañamiento pianístico está cuidadosamente construido para sostener una melodía que se despliega con lirismo y sensibilidad. La armonía juega con modulaciones sutiles, y la melodía asciende y desciende con un fraseo casi vocal, ideal para el canto expresivo.

La partitura del “Hijo de la Música” revela una composición madura y sutil. La melodía fluye con un lirismo contenido, sostenida por una armonía rica pero no recargada. El acompañamiento está cuidadosamente trabajado para que el texto se escuche con nitidez, algo esencial en el género

Musicalmente, “Con alma y vida” ya anuncia una madurez compositiva que De los Hoyos desarrollará en obras futuras como “¡Sonsa!” o “Viejo rincón”. Tiene un equilibrio entre ternura melódica y potencia expresiva que lo ubica entre los primeros tangos-canción verdaderamente logrados de la década del 20.

La melodía descansa sobre una letra que canta con emoción sincera

La letra, lejos de los tópicos del tango arrabalero, construye un universo de sueños y arte. El personaje se imagina pintor, poeta, músico, todo por amor. No hay resentimiento ni despecho: hay timidez, anhelo y pasión. Versos como “Yo no sé por qué los hombres tienen tanto corazón” nos hablan de una sensibilidad que conmueve.

La poesía de Emilio Fresedo, hermano del director Osvaldo, es aquí refinada, sutil y emotiva. Nos habla en primera persona de alguien que busca transmitir amor a través del arte: soñar como poeta, pintar como Rafael, cantar con el alma. El texto evoca imágenes sensibles y un universo emocional profundo, casi sin recurrir al lunfardo ni a los clichés del tango reo.

En lugar de hablar de traiciones o puñales del destino, el personaje lírico se confiesa tímido, temeroso de declarar su amor, pero intensamente emocionado por la música, la belleza femenina y la vida misma. El verso “Yo no sé por qué los hombres tienen tanto corazón” resume ese desborde afectivo que marca el centro emocional del tango. Una rareza lírica para la época.

Un tango vigente cien años después

A un siglo de su estreno, “Con alma y vida” sigue siendo una joya del repertorio tanguero. No solo por la calidad de su letra y música, sino por el modo en que anticipa el giro poético e íntimo que tomaría el tango en los años siguientes. El estilo de Raúl de los Hoyos —tan fino como emocional— aparece aquí en estado germinal, y su alianza con la poesía de Emilio Fresedo da como resultado un tango que, como su título indica, se entrega por completo al arte.

Letra

Música: Raúl De Los Hoyos (1924)
Letra: Emilio Fresedo (1925)

Sueño como sueñan los poetas.
Como llevaría yo el pincel
para pintarme fantasías que me quedan…
¡ay, si yo fuera Rafael!

Cuanto por cantarte no daría
como yo soñando me sentí,
oí sirenas que entonaban con mi lira
de violín

Con alma y vida yo te doy
alegrías y tristezas entre acordes,
¡yo no sé por qué los hombres
tienen tanto corazón!…

Yo quisiera
revelarte mi cariño
pero solo no me animo
a decir tuyo es mi amor.

Siento cuando vibra una bordona.
Río al compás de un cascabel.
Palpita mi alma cuando al ritmo se desborda
la pretensión de Salomé.

Quiero que te acuerdes de mi canto
cuando a tu lado yo no esté;
fe “fantasía” que me quiso ayudar tanto
porque yo quiero a una mujer.

Una joya del Septenio

Este rescate forma parte del Proyecto Septenio del Primer Centenario de las Obras de Raúl de los Hoyos (1924–1931 / 2024-2031), que busca redescubrir, recuperar culturalmente y difundir el legado de uno de los grandes creadores finos y renovadores del tango, uno de los pilares de la música argentina. Porque en cada compás de “Con alma y vida” late una sensibilidad que, cien años después, sigue hablándonos con vigencia y emoción. Es el punto de partida, y también una declaración de principios: emocionar, con arte, con estilo, con corazón.

(*) Luis Perrière, creador y director de www.rauldeloshoyos.com, el sitio cultural dedicado a difundir la investigación realizada desde el 2013, sobre la importante obra de Don Raúl De Los Hoyos y los valiosos nombres de los creadores que cimentan el patrimonio cultural saladillense, y del Canal Luis Perrière, en YouTube, www.youtube.com/@luisperriere2649, con más de 500 videos dedicados sustentar las creaciones del pianista. Los sitios, son sin fines de lucro, no contienen publicidad, y son sostenidos con recursos propios y ad honorem.