Por Carlos Gorosito – Ex Intendente de Saladillo
El 10 de mayo, a los 87 años, nos dejó la querida convecina y correligionaria Ana Franco de Clausel. El 6 de julio iba cumplir 88 años, ya que había nacido ese día y mes de 1937.
Para los radicales de mi generación, particularmente se trata de una gran partida. Ana Franco fue una de las tantas mujeres luchadoras que ha tenido el radicalismo y también es una de las muchísimas convecinas que siempre se ha preocupado por los demás sin esperar nada a cambio.
Su mayor preocupación estaba centrada en los mayores adultos y las personas más débiles.
Siempre estuvo dispuesta a servir a los demás y pasó su vida actuando de esa manera. Era una mujer común, ama de casa y madraza no sólo de sus hijos, sino de los que en ella buscaban protección.
Realizó trabajos domésticos en la casa de la escritora Susana Soba, de la familia Pereita y del ex Intendente Francisco Ferro, entre otras. No sé si Ana leyó alguna vez algún libro sobre la doctrina del radicalismo, o sobre la vida de Alem o Yrigoyen, los fundadores del partido. Pero lo que sí sé y pude comprobar que llevó en su ADN los principios e ideas del radicalismo y los puso en práctica.
Durante cada campaña electoral, tanto en las internas partidarias como en las elecciones generales, repartía la boleta con que el sector interno con el que se identificaba o la del partido en las elecciones generales. Y luego iba a buscar a los votantes a sus domicilios, los lleva a votar y los acompañaba hasta la puerta del cuarto oscuro. Lo hacía básicamente con los adultos mayores. Luego visitaba a los vecinos de su barrio y su zona de influencia durante todo el año para interiorizarse de sus necesidades y luego transmitirlas a los dirigentes del partido o a las autoridades municipales. Radical por sobre todo, pero en las internas partidarias nunca fue neutral. Siempre optó por colaborar con los candidatos de su preferencia dentro del radicalismo. En la general, siempre apoyaba al que ganaba la interna en el caso de que la hubiera.
Durante muchos años, el trabajo militante lo realizó en toda la zona del barrio “La Falucho”. Lo hizo junto a otra extraordinaria militante que tuvo la UCR y que ya hace años que no está entre nosotros: la señora Irma Pérez de Aldave “La Negra”. Parecían dos hermanas mellizas o gemelas. Siempre andaban juntas interiorizándose de las necesidades del barrio y de la gente. Pero ambas no estaban aferradas a ninguna jurisdicción barrial. Donde se enteraban que había una necesidad, allí estaban las dos.
En la campaña de 1983 trabajaron intensamente para que nuestro vecino, el Dr. Alejandro Armendáriz, fuera gobernador de Buenos Aires; el Dr. Alfonsín Presidente; y Francisco Ferro, Intendente de Saladillo.
En 1991 hubo una interna en el sector partidario que yo militaba (La Corriente de Opinión Nacional de la UCR) y luego la interna del partido para elegir el candidato a intendente de la UCR y ambas me apoyaron activamente.
Hace muchos años que nos dejó “La Negra” Aldave para partir hacia el descanso eterno y desde ese momento continuó Ana Franco su tarea de gran militante, sin su amiga.
Ana no solo traía inquietudes individuales de los vecinos, sino inquietudes de carácter colectivo. Ella junto a “La Negra” Aldave me alentaron a construir el CAPS “Dr. Asencio Ibarbia” en el barrio Falucho, pavimentar el barrio en las inmediaciones del Club Jorge Newbery y la avenida Bozán.
Había una frase de Ana que resumía su preocupación por los más necesitados. Cuando yo era Intendente, me decía: “Che, tenemos que ir a visitar a los del fondo” y siempre eran para preguntarles si había alguna necesidad en las que el Municipio pudiera ayudar a resolver.
Ana siempre estuvo en la lucha, nunca la abandonó. Y al reconocer la militancia y el trabajo político de Ana, también debemos valorar el de su esposo Leonel Clausel, que ya no está entre nosotros desde hace años, pero que también fue un luchador y gran militante como Ana y junto a Ana.
Los radicales estamos agradecidos por su lucha y en mi caso particular hay un lugar muy especial en mi corazón para ella, porque siempre apoyó activamente mis candidaturas.
Ana ha estado activa hasta sus últimos días, era la característica que la definía. Este escrito tiene la pretensión de tributar un homenaje a quien tanto se brindó por la UCR, a quien tanto hizo por los demás en su rol de ciudadana común, porque nunca fue candidata a ningún cargo público y nunca forma parte de una lista partidaria.
Ana se contentaba con servir a los demás. Así fue su vida: un acto permanente de servicio a los demás desde la militancia en el radicalismo, de la misma manera que lo hizo su inseparable amiga en la militancia Irma Pérez de Aldave.