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La Colorada, una peña que honra la música y cultiva la amistad

12/09/20248 Mins Read

A cuatro meses de llegar a sus jóvenes 10 años, peña La Colorada ya es toda una institución en la ciudad de Saladillo. El grupo, que habitualmente se reúne una vez al mes, le rinde culto a la música, a la buena comida, y fundamentalmente a la amistad.

Todo comenzó allá por diciembre de 2014, cuando David Sarti, propietario de Desagotes Blasito, tuvo el gesto amable de invitar a la gente de Obras Sanitarias del Municipio para agasajarla con un asado en su casa, tras un intenso año de trabajo.

A esa cena concurrieron, entre otros, Edgardo Monetti, Francisco Areco, Carlitos Torres, “el Mencho” Fernández, Claudio Ramírez, Jorgito Gorlero y Andrés Silva.

Costillar de por medio, bien regado por supuesto, surgió la feliz iniciativa de seguir reuniéndose, agregándole algo de folclore. La idea la tiró Claudio Ramírez y prendió enseguida. Al asado siguiente, “Pancho” Areco apareció no sólo con su guitarra bajo el brazo, sino también con un amigo cantor, Mario Rímolo, y ahí la cosa empezó a tomar forma.

Al otro día, David se acercó hasta la casa de electricidad de Gabriel Fanessi, otro conocido folclorista del ambiente local, que no tardó en sumarse a las guitarreadas. “Desde entonces, no nos falló nunca. Es el pequeño Sarmiento”, expresó David.

“A nosotros nos encanta cantar y tocar la guitarra. Como no había en Saladillo un lugar que nos cobijara, decidimos armar la peña. A todos los que nos gusta la música, venimos a despuntar el vicio. Es un ambiente muy sano”, contó Areco.

Al poco tiempo, se fueron incorporando otros amantes del folclore, como Daniel Robles y Carlitos Ferro, y más adelante lo hicieron García Llorente, Ricardo “la Vaca” Guillen, Walter Santolini, Fabio Reparaz, entre tantos otros.

El origen del nombre

En los primeros años, el grupo se reunía cada 15 días hasta que la pandemia los obligó a suspender por un tiempo las reuniones. Superado el aislamiento provocado por el Covid, los encuentros regresaron un 15 de marzo –fecha del cumpleaños de David– y desde entonces se llevan a cabo una vez por mes, con la presencia habitual de entre 15 y 20 asistentes.

Ahora bien, ¿de dónde viene “La Colorada”? El nombre surgió, en efecto, del color de los ladrillos del quincho de David, ocurrencia que tuvo Walter Santolini y que cayó bien en el resto de los integrantes de la peña.

La Colorada fue también la génesis del grupo folclórico Cantores de Saladillo, que terminó concursando en el Pre Cosquín, ganó y se dio el “lujazo” de tocar en el mítico escenario Atahualpa Yupanqui de la Plaza Próspero Molina.

Más aún, el grupo también tuvo oportunidad de presentarse en una ocasión en la peña Plumas Verdes, del entrañable Horacio Guaraní, en el partido de Luján, donde David se dio el gusto de subir al escenario.

“Me cambió la vida”

Entre zambas, chacareras e incluso algunos temas melódicos y cumbias que Ricardo Guillen interpreta con sus pistas, la peña se extiende hasta bien entrada la madrugada. “Normalmente, los encuentros son hasta que las velas no ardan, y realmente la pasamos muy lindo. Comida, vino y música, nunca faltan”, contó Gabriel.

La Colorada, que ya tiene su propio himno “Zambita del musiquero”, trascendió incluso las fronteras, porque desde hace un tiempo se suman amigos de Roque Pérez. Jorge Ruzzi, que tocó la batería durante años en el grupo Renacer, es uno de los habitué y hasta se compró una guitarra para hacer temas instrumentales.

“Yo he hecho música desde muy joven. Pero cuando uno se va haciendo grande, se va alejando. Por eso que este tipo de peñas sirven para mantener vigentes esas cosas que tantas satisfacciones nos han dado. A mí, en lo personal, me hizo muy bien sumarme, porque la pérdida de mi esposa, después de estar 50 años juntos, me afectó profundamente. No quería saber más nada, hasta que un día me vio ‘el Gallego’ Robles y me dijo: ‘Piara, venite a la peña’. Y eso realmente me cambió la vida, me sacó del pozo”, confió Juan Gorlero. “Algo muy parecido sucedió con Miguel Angel ‘Pucho’ Rial, que también sufrió mucho la partida de su señora. La peña lo levantó.”

Las reglas

Aunque la peña se reúne con mayor frecuencia en lo de David, suele ir rotando de un lugar a otro. En tiempos de bajas temperaturas, “el Gallego” Robles se luce con sus exquisitos locros en el quincho de su casa, y también el grupo se junta en la quinta de Eduardo Abaca para los veranos y en lo de Jorge Torres.

“La especialidad de Gabriel, por ejemplo, son las chuletas a la pimienta negra. ¡Mortal! Pero no siempre es carne asada el menú. Hemos hecho buseca, empanadas, pizzas, ravioles, ñoquis, tallarines… En fin, el que quiere cocinar, cocina. La parrilla, el horno y las ollas, están disponibles”, expresó David.

Imposible olvidar al querido Jorge Silveyra, un gran compañero de la peña que, en más de una oportunidad, asó los costillares e incluso puso su casa a disposición para realizar las reuniones.

Durante los encuentros, entre charla y charla, no faltan los cuentos, los chistes y las anécdotas. “Eso sí, está prohibido hablar de política, de trabajo y de fútbol. Esa es la regla y todos la cumplen al pie de la letra. Cuando se enloquecen con algún tema, los paro. Acá no se ofende a nadie”, añadió.

De todos modos, eso no impide que a la peña se acerquen personalidades de distintos ámbitos. A lo largo de sus 10 años, convocó en varias oportunidades al intendente José Luis Salomón, al ex concejal Amaro Sarlo y a otros personajes de la política y de la cultura.

“Hay peña para rato”

La peña también tiene su costado solidario, porque se organizaron espectáculos a beneficio de distintas instituciones en varias ocasiones. “Hicimos una fiesta muy concurrida en el Teatro Marconi y todo lo recaudado fue para el Hogar de Ancianos. También hemos hecho en el Centro de Jubilados Saavedra, en Jubilados San Roque y otra en la Sociedad Rural a beneficio de Cetidim”, recordó Gabriel, que siempre, en cada reunión, sorprende con alguna canción nueva de su repertorio. “Su lista es interminable”, agregó David.

“Para los que hacemos música, el lugar donde más se disfruta es acá, más que en un escenario. Uno viene tranquilo, charla con los amigos, sin presión de nada”, confió Gabriel, que aprendió a tocar la guitarra con Miguel Angel Rial a los 25 años. “Arranqué tarde, pero me decidí a hacerlo porque la música era una materia pendiente en mi vida”, expresó el folclorista.

“En mi caso, nunca estudié canto. Pero me considero músico y, de hecho, enseño guitarra. Hace 45 años que toco en la Iglesia. Cuando vino el Papa Juan Pablo II a la Argentina, estuve en el conjunto que se presentó en Luján, lo mismo que en el Encuentro Internacional de Jóvenes que se llevó a cabo en 1985 en Córdoba”, comentó Francisco, que también tocó el charango en el grupo Los Boyeritos y acompañó a la cantante Miriam De Luca, entre otros artistas.

“Por supuesto que la mayoría somos aficionados. Acá cada cual toca y canta, y todos disfrutamos. No importa si alguno se pierde la letra o termina improvisando. En resumidas cuentas, la pasamos súperbien. Y ni hablar de las repercusiones que tenemos en las redes sociales cada vez que subimos un videíto. Roque Ortiz, el carnicero de la peña, es el que nos filma y nos transmite en directo”, relató Sarti, que ya está pensando junto al resto de los miembros en organizar una fiesta para los 10 años de La Colorada, reuniendo a las familias de todos sus integrantes.

“Somos gente humilde y de trabajo que encuentra en estas reuniones la manera de cultivar la amistad y de divertirse sanamente. Yo me siento no sólo feliz y a gusto, sino también orgulloso porque siempre quise hacer esto y hoy seguimos vigentes. Si Dios quiere, hay peña para rato”, concluyó Sarti.

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