Por Carlos A. Gorosito – Ex Intendente de Saladillo
Ha muerto un humanista, ha muerto Pepe Mujica. Algunos recordarán hoy también su paso por la guerrilla en Uruguay, pero fue un humanista.
José Alberto Mujica Cordano fue, finalmente, un luchador por la justicia en los pueblos, un impulsor de la confraternidad entre los hombres y los pueblos.
Fue muy cercano a la gente y la gente le dio el máximo honor que se le puede dar a un ciudadano de un país determinado. El pueblo uruguayo por el voto popular lo hizo su presidente.
Fue austero hasta la extremidad. Hoy emprendió viaje hacia el descanso eterno, hoy emprendió su último viaje y como en los versos de Antonio Machado “subió a la nave que nunca ha de tornar” y lo hizo ligero de equipaje, “casi desnudo como los hijos de la mar”.

Mujica siempre convocó a la esperanza. Lo dijo de esta manera cuando nos instó a no bajar los brazos nunca: “Derrotados son sólo aquellos que bajan los brazos y se entregan. La vida te puede dar mil tropezones en todos los órdenes: en el amor, en el trabajo, en la aventura de lo que estás pensando, en los sueños que piensas concretar. Pero una y mil veces estás hecho con fuerza para volverte a levantar y volver a empezar”.
Dijo Pepe Mujica en otra oportunidad que “en esta sociedad cada vez más compleja y que cada vez va a ser más compleja, practicamos la intolerancia con los que no entendemos o no compartimos. Esa es la enfermedad de la democracia. El insulto y la intolerancia son los pasos previos al autoritarismo. Ese es el fracaso de la democracia”.
Señaló que la desigualdad es la culpable del creciente aumento de la pobreza y que “la tasa de acumulación de capital es mucho más acelerada que la tasa de crecimiento de la economía. Eso conspira contra la democracia”.
Ante jóvenes militantes del Frente Amplio, en el barrio Buceo, en la última campaña electoral de su país, llamó a “abrirle los ojos” al pueblo y apuntó: “Tenemos contradicciones como un gasto de miles de millones de dólares en autos nuevos, pero no hay 300 millones en rescatar a los gurises y gurisas que están en la miseria y serán mayoría en algunos años”.
En octubre de 2012, tuve la oportunidad de saludarlo en la Universidad Nacional de La Plata, donde le hice entrega de una caricatura suya junto a Simón Bolívar (obra del artista veinticinqueño Gustavo González).
Luego lo volví a ver en el 15 de mayo de 2023 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde brindó una charla magistral. En la oportunidad fui acompañado por mi hija Lucía y pude saludarlo nuevamente junto a su esposa, la ex vicepresidenta Lucía Topolansky, y me autografió la foto que nos habíamos sacado en 2012 en La Plata.
Escucharlo a Pepe Mujica siempre ha sido atrapante. En sus tiempos de guerrillero tupamaro conoció la cárcel y esto le llevó a decir más adelante: “Me comí 14 años en cana (…) La noche que me ponían un colchón, me sentía confortable. Aprendí que, si no puedes ser feliz con pocas cosas, no vas a ser feliz con muchas cosas. La soledad de la prisión me hizo valorar muchas cosas”.
Pepe Mujica nos deja a sus 89 años de edad. Había nacido el 20 de mayo de 1935, de manera que estaba pronto a cumplir 90 años de edad.
Después que dejó la Presidencia de la Nación de la hermana República Oriental del Uruguay, siguió siempre militando en política y reafirmando su compromiso de luchar hasta el día final por un mundo mejor.
Lo hizo desde una austeridad sin igual: “¿Qué es lo que le llama la atención al mundo? ¿Que vivo con poca cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esas son las novedades? Entonces este mundo está loco porque le sorprende lo normal”.
Nunca dejó de luchar por un mundo mejor. Siempre repetía frases que nos convocaba a luchar con ese objetivo: “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo. Fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”.
El nombre de Pepe Mujica quedará grabado para siempre en la memoria del pueblo latinoamericano.